Invictus:
(escrito en 1875 por William Ernest Henley)
Más allá de la noche que me cubre negra como el abismo insondable,
Doy gracias a los dioses que pudieran existir por mi alma invicta.
En las azarosas garras de las circunstancias nunca me he lamentado ni he pestañeado.
Sometido a los golpes del destino mi cabeza está ensangrentada, pero erguida.
Más allá de este lugar de cólera y lágrimas donde yace el Horror de la Sombra,
La amenaza de los años me encuentra, y me encontrará, sin miedo.
No importa cuán estrecho sea el portal, cuán cargada de castigos la sentencia,
Soy el amo de mi destino: soy el capitán de mi alma.
Poema que Nelson Mandela leía cada día en su prisión de 27 años…
Estoy completamente persuadido de que si Don Nelson Mandela, faro moral, social y político del mundo actual, viviese en nuestro país, no dudaría en ir a depositar su voto en estas elecciones municipales. Es más, haría el esfuerzo físico más grande que necesitase hacer para cumplir con esa obligación, particularmente en estos momentos donde picados en dos toletes casi iguales, las tendencias continúan polarizadas en la más estúpida versión de luchar unos contra otros en lugar de buscar la conciliación como sea. Tal como él lo logró en la no tan distante, al sol de hoy, Sudáfrica.
Efectivamente, sostengo que dada su historia de no considerar los obstáculos como insalvables, por muy grandes que estos fuesen, sino por el contrario centrarse en sus nobles propósitos como guía fundamental de su proceder, al contrario de muchas personas que me comentan su desgano por acudir a la cita comicial dado que “ya conocen los resultados”, en una actitud derrotista o triunfalista sin que sea necesario que “yo participe”. Cuando miramos la vida de este gigante quien pasó, en un largo viaje, de un odio infinito a los blancos hasta arribar al amor incondicional por los mismos, no queda la menor duda de que defender las causas nobles, como la democracia, se convierte en una propuesta “cero excusas” frente a lo que es su expresión básica, la que tanto costó a nuestros abuelos: el voto libre y personalizado.
Para quienes dudan de la posible efectividad del mecanismo, invitaría a que se paseen por el otro polo del espectro de posibilidades, “¿y si, sí funciona?” ¿Si resulta que tu voto si es contado y considerado como la manifestación de tus pensamientos políticos, emocionales, simpatizantes por quienes lucen para ti como mejor preparados para encargarse de la cosa pública, porque sabes de su capacidad para gerenciar aquello de lo que tú no puedes encargarte? O ¿al menos sirve para que la cosa mejore hacia donde tú crees que debe inclinarse la balanza política?
Hay momentos de la historia en que las circunstancias exigen valentía de parte de las personas, es una característica de este extraño diseño de la naturaleza en donde las cosas no son como uno quiere sino, como son. En las circunstancias en que nosotros deseamos otro comportamiento distinto de lo que está ocurriendo, la toma de decisiones y el actuar en consonancia se convierten en la exigencia básica del proceder. Y en estos momentos históricos, la vida te exige tan solo una minucia: acudir a tu centro de votación y expresar tu criterio. Vendrán tiempos mejores…o peores… Lo cierto es que en estos momentos de clivaje se exige tu valentía, la que incluye la posibilidad de que te equivoques o no logres, por ahora, lo que deseas. Así es la vida. Te esperamos.
"Me atañe lo humano. Y hoy por hoy, lo humano es todo lo existente."
Dr. Luis Arocha Mariñotel. +582127530946
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