“Ya no podemos vivir inocentemente. En la medida en que asumamos nuestras competencias de seres superiores, garantizaremos una evolución armónica, feliz y saludable de la especie”
Aforismo NEUROCODEX
“Para educar a un niño se requiere la tribu entera”
Dicho africano
En épocas anteriores, aquí en Venezuela,
se hablaba de “Cayapa” cuando, muy especialmente en las escuelas,
alguien era víctima del abuso de un grupo o de algún muchacho más grande
y fuerte que la víctima en cuestión. Eso forma parte de la respuesta
normal y fisiológica, particularmente entre varones, cuando todavía no
se ha superado la etapa egocéntrica en relación a la existencia. Dado
que nosotros experimentamos el mundo desde nuestro cuerpo (y
particularmente desde el sistema nervioso central) pasamos
inevitablemente por una etapa en la que todos los pensamientos,
emociones, sentimientos y acciones son autorreferidas. Es decir, creemos
y sostenemos que lo único importante es nuestro propio proceder,
considerando a los otros como rivales en esa experiencia vital. Es una
etapa primitiva ontogenética que caracteriza el desconocimiento de que
formamos parte de un tejido complejo que constituye el todo de la
naturaleza. Es interesante destacar que en la evolución del pensamiento
humano también ocurrió así en cuanto al universo y su creación. Conocida
como etapa Ptolomeica, tanto por historiadores como psicólogos, donde
el centro del universo era la tierra y dentro de ella el ser humano (Cf.
El génesis), en el caso particular de cada uno podemos decir que se
trata del ombligo, siendo sus rasgos fundamentales la urgencia de ser
reconocido, aceptado y admirado por las capacidades de control sobre
otros. Así, el más fuerte o con inteligencia social suficiente para
ejercer liderazgo, pone en marcha mecanismos sobre aquellos otros
débiles o desamparados que le ayuden a demostrar que “él es el mejor”,
mediante el ejercicio de la violencia verbal o psíquica, en un entorno
que no sabe cómo responder ante estas oleadas testosterónicas animales,
propias de quien aún no alcanza el meritorio nombre de persona. Como
quiera que, irresponsablemente, los que manejan medios de comunicación
de masas, evidentemente también en etapa Ptolomeica, no vinculan las
publicidades y programas donde lanzan loas a la violencia con las
respuestas de los niños y jóvenes que aún no están biológicamente
preparados para dominar sus impulsos atávicos, tenemos el caldo de
cultivo para que el bullying se convierta en una moda por la que hemos
de pasar todos…
En vista de esto, se hace necesario que
los que ya somos adultos, esto es, hemos alcanzado el estatus de
personas pensantes que poseemos lo que los neurocientíficos llaman
funciones ejecutivas, tomemos el control de la situación. Por eso, los
maestros en las escuelas han de formarse en métodos de resolución de
conflictos y aplicarlos a las situaciones específicas que se presenten.
Los padres (aunque serlo no es garantía de madurez) deben orientar a sus
hijos sobre la temporalidad de esta situación, ya que una vez que esos
niños crezcan en un ambiente saludable, basado en los valores que
contribuyen y garantizan la continuidad ascendente de la especie,
desaparecerá la existencia de esta nueva-vieja moda…