Este importante texto pertenece a dos de
los protagonistas del movimiento de lucha antimanicomial brasilero.
Ellos vienen produciendo una praxis transformadora en el campo de la
Salud Mental en Brasil. La reflexión sobre la cuestión de la memoria
social y política es un tema capital para sostenerlas. Y a allí apunta
este importante trabajo que comienza revisando la cuestión de la
memoria social y termina apuntando cómo es necesario sostener el
trabajo de la memoria. “La memoria salva, escoge, filtra, pero no mata.
No hay presente vivo con pasado muerto. Sólo el deseo y la memoria
salvan el futuro”. Fernando Ulloa nos recordaba esta frase de Carlos
Fuentes en el prólogo al primer tomo de Las Huellas de la Memoria de
Enrique Carpintero y Alejandro Vainer. Para nuestros debates en Salud
Mental sigue siendo un camino necesario e imprescindible.
Introducción
Este trabajo tiene por objetivo
reflexionar sobre la memoria social de la lucha antimanicomial tomando
como base la producción cultural realizada por el Movimiento Nacional
de Lucha Antimanicomial (MNLA). A partir de importantes aportes acerca
de las concepciones de la memoria social, este artículo busca observar
cómo se construye la memoria del movimiento proporcionando un modo de
producción de conocimiento que viene siendo desarrollado a lo largo de
estos años por el MNLA, a partir de las manifestaciones culturales de
los usuarios[3].
En este artículo, buscamos identificar algunos de los varios abordajes
sobre la memoria social que aparecen para ampliar la reflexión sobre
las prácticas sociales del MNLA.
Sobre los abordajes de la memoria social
Desde hace mucho tiempo la temática de
la memoria es objeto de interpretaciones en la sociedad occidental. En
los griegos, la diosa Mnemosine era consagrada como la diosa de la
Memoria y el Olvido. Sin embargo, la noción de memoria social es
reciente.
Henri Bergson (1999) desarrolló una
teoría de la memoria demostrando la existencia de una memoria pura que
se actualizaría en el cuerpo. A Bergson le preocupaba una dimensión
ontológica de la memoria; todas las memorias individuales serían parte
de una duración del todo. Esta memoria pura sería traída al recuerdo
por una actualización realizada en el cuerpo que completaría el proceso
sensorio motor por el cual el cuerpo devolvería al mundo un movimiento
como respuesta a una acción que esta memoria actualizada
proporcionaría.
Considerado uno de los grandes
estudiosos de la memoria social, el sociólogo Maurice Halbawchs (1990)
pasó a ser conocido como el fundador de los estudios de la memoria como
fenómeno social. Para Halbwachs, la memoria sería siempre colectiva y
esto podría ser comprobado a través del hecho de que la memoria sólo se
forma en el marco de lo que él llama cuadros sociales, es decir,
familia, grupos de amigos, grupos religiosos, celebraciones, y otros
espacios en los que la memoria pueda anclar sus recuerdos.
Las discusiones sobre la memoria social
ganan nuevos adeptos que pasan a dialogar con la posición de Halbwachs.
Para Pollack (1992), no podríamos dejar de lado las disputas que se
desatan entre los grupos que quieren dar su propia versión de la
memoria y de su constitución. Según Pollack, establecer un encuadre
sobre la historia de la memoria es aclarar desde dónde se habla. Para
este autor, la memoria social está formada por una disputa de grupos
que quedaron al margen de la memoria oficial. Considerados como
memorias subterráneas, estos grupos pasan a reivindicar sus
experiencias y memoria.
Para Barrenechea (2006), incluso antes
de Halbwachs, la memoria ya era vista como un fenómeno social en
Nietzsche, en la Genealogía de la Moral. Según Barrenechea “Nietzsche
muestra que fueron necesarias circunstancias dramáticas para que ese
animal olvidado, espontáneo, desprevenido, tuviera que crear una
memoria” (p. 62). Para Nietzsche, lo aclara Barrenechea, fue con la
ayuda de la moral y de la camisa de fuerza social que el hombre se
tornó confiable para integrarse domesticado (utilizando un término de
Foucault), al cuerpo social.
Otros autores contribuyeron de manera
decisiva para la comprensión del surgimiento del concepto de memoria
social. Para Nora (1993), la memoria social se mantiene viva debido a
los lugares de memoria. Estos lugares, para el autor, surgen como el
fin de aquello que él denominado medios de memoria. Para él, las
generaciones más antiguas ya no transmiten a las generaciones más
jóvenes, por medio de relatos orales que pasan de persona a persona,
sus experiencias ni las explicaciones sobre sus orígenes. Al perder los
medios de memoria, la sociedad creó los lugares de memoria -fechas
conmemorativas, museos, entre otros. La pérdida de estos medios de
memoria, según Nora, se debe a la aceleración de la historia, al fin
del estado-nación y advenimiento del estado-sociedad.
Nora destaca, también, que para tornarse
un lugar de memoria, es necesario que estos lugares tengan voluntad de
memoria, de lo contrario, serían sólo lugares de historia. Por
voluntad de memoria se entiende la voluntad de que los recuerdos
continúen siendo transmitidos por generaciones, manteniendo así viva la
continuidad de las experiencias de estos grupos. Es necesario a la vez
destacar que esa transmisión debe contener un elemento transformador,
como la vida.
Para Gondar (2006), Halbwachs, al
formular su noción de memoria social, estaba tomando una posición
política: “memoria social es un concepto eminentemente ético y
político” (Gondar; 2006, p.16). Para ella, toda posición que tomamos
frente a temas asociados a la memoria social contiene una dimensión
ética y política y, además, está constituida dentro de un campo de
saberes y discursos (Idem, p. 15). Sin embargo, Gondar cree que no
debemos considerar la memoria social como estructurada dentro de
cuadros sociales muy definidos y delimitados, ya establecidos por la
sociedad. A no ser que consideremos la resistencia al establecimiento
de estos cuadros. Según la visión de la autora, es necesario entender a
la memoria social como un proceso de creación en el tiempo y no como
idealizaciones y cuadros ya establecidos por la sociedad. El tiempo
debe ser entendido como proceso, devenir, en el cual lo que encontramos
son juegos de fuerza.
Al mismo tiempo, no deja de considerar
uno de los aportes de Halbwachs cuando él afirma que hay tantas
memorias cuantos grupos haya. Pero, según Gondar, no se debe dejar de
entender que estos grupos producen un montaje sobre su memoria. Para
él, “ese montaje es intencional y se destina al porvenir” (Gondar;
2006, p. 17).
La formación de nuevas subjetividades
que venimos observando en la contemporaneidad, reconocidas por muchos
autores como los nuevos movimientos sociales, nos da la dimensión de
este campo de luchas. Varias
memorias que quedaron silenciadas por el discurso oficial emergen en el
escenario actual; memorias que exigen su lugar y su experiencia como
parte de una vivencia humana. Además de su experiencia, estas memorias buscan el reconocimiento de su historia.
La constitución de la memoria social es
como una actualización de un recuerdo en el presente, o sea, como una
acción de un recuerdo afectado por nuevas imágenes en el tiempo, y en
medio de enfrentamientos generados por el encuadramiento establecido
por los distintos grupos. Para la comprensión de la memoria social de
la lucha antimanicomial, traemos la concepción de memoria planteada por
Nietzsche en La Genealogía de la Moral. Una memoria creada por la
mnemotécnica, por la tortura. Creemos en una actualización de la
memoria que se da en medio de estas disputas citadas por Pollack y por
el montaje referido por Gondar.
La memoria social de la lucha antimanicomial
La memoria oficial en Brasil puede ser
representada por las políticas que se instituyeron para determinados
grupos. De esta forma, hay una política de clausura y exclusión
dirigidas a los sujetos denominados “portadores de trastorno mental” o
“locos”. Sin embargo, aunque silenciadas, esas memorias excluidas no
dejaron de existir y resistir y, hoy, buscan ocupar su lugar en la
sociedad. Esas memorias, marcadas por la tortura, como el tratamiento
moral que utilizó el eletroshock, la cela forte[4],
la camisa de fuerza, la insulinoterapia, la malarioterapia, entre
otras, fueron traídas a la superficie por el Movimiento Nacional de
Lucha Antimanicomial en Brasil, por sus propias intervenciones o por el
rescate y resignificación de las voces de muchos autores. Uno de ello,
por ejemplo, es Lima Barreto, autor de Cementerio de los Vivos y Diario
del Hospicio. En este último, Lima Barreto escribe una crítica a la
psiquiatría:
“Todas esas explicaciones sobre el
origen de la locura me parecen absolutamente pueriles. Todo problema de
origen es siempre insoluble; y ya no quiero más que sigan explicando
el origen sin explicación, y sí que traten y curen a las formas más
simples” (Barreto; 1993, p. 39).
Lima Barreto aporta mucho a la memoria
social de la locura cuando describe el período en que estuvo en una
institución psiquiátrica. Por medio de relatos como éste es que muchas
experiencias fueran transmitidas a otras generaciones. La realidad de
los manicomios pasa a ser vista por la sociedad bajo la visión de quién
la vivió. El autor relata un poco más de su experiencia:
“Digo con toda franqueza: aunque viva
cien años más, nunca podré borrar de mi memoria esas humillaciones que
sufrí. No por ellas mismas, que poco valen; sino por la seguridad que
me dejaron que esta vida no vale nada, todas las posiciones están
erradas y todos los recaudos para un gran futuro son vanos” (Barreto;
1993, p. 50).
En este contexto, al problematizar estos
relatos, el Movimiento Antimanicomial trae a la superficie estas
memorias marcadas por la tortura que, según Foucault, incluye el
tratamiento moral. El Movimiento, para muchos, todavía es un lugar y un
medio de memoria. Al instituir, en 1987 en el Congreso de Bauru, la
fecha de 18 de Mayo como el Día Nacional de la Lucha Antimanicomial, y
además, al instituir sus encuentros cada dos años, el MNLA crea lugares
de memoria, cuya voluntad de los militantes es no dejar que se olvide
la violencia de la psiquiatría que tomó forma en el manicomio, para
extinguir esta práctica de violencia.
El MNLA también constituye un medio de
memoria cuando realiza las celebraciones para el Día Nacional de Lucha
Antimanicomial y convocar a los usuarios a narrar sus experiencias,
como ocurre en varias partes del país, al contrario de lo que dice Nora
sobre el fin de los medios de memoria. Así, la memoria de los que
pasaron por los horrores de los manicomios, es transmitida a las
generaciones más jóvenes -estudiantes, nuevos usuarios, familiares,
técnicos y población en general-, y mantiene vivo el recuerdo y la
resistencia ante una práctica que aún persiste. De esta forma, este
grupo, que quedó excluido de la convivencia social por años, reclama
sus historias, sus derechos y el reconocimiento de su experiencia como
parte integrante de la vivencia del ser humano.
La locura a través de expresiones artísticas
Estas memorias surgen como una
resistencia creativa al poder instituido. Es por medio de estos relatos
y, principalmente, de las diversas manifestaciones artísticas que los
usuarios, los locos, vienen demostrando que una nueva forma de lidiar
con la locura puede ser concebida. Por medio del arte, vemos surgir
grupos musicales como Harmonia Enlouquece, Trem Tam Tam y Mágicos do
Som; las TV’s Comunitarias como TV Pinel, TV Tam Tam, TV Parabolinoica
(parabólica + paranoica) entre otras tantas experiencias, mostrando una
resistencia creativa a las prácticas que ya llevan más de 200 años.
En este marco, Hamilton Assunção, del
grupo Harmonia Enlouquece, describe su pasaje por el tratamiento
psiquiátrico, por medio de su música Sufoco da Vida (Aprieto de vida).
“Estoy viviendo, en el mundo del
hospital. Tomando remedio de psiquiatría mental. Haldol, diazepam,
roupinol, prometazina. Mi médico no sabe como transformarme en un tipo
normal. Me atan, me inyectan, me encierran con llave en una pieza
cerrada. Socorro, yo soy un tipo normal, asfixiado. Ay, ay, ay, que
aprieto de vida (aprieto loco). Estoy harto de tanta levomepromazina”
(Assunção; 2000).
O también, como retratan los momentos de
crisis Miguel Dantas y Orlando Silva, del grupo Cancioneiros del IPUB,
grupo formado por usuarios y técnicos del Instituto de Psiquiatría de
la Universidad Federal de Río de Janeiro (IPUB). Así cantan su crisis
en la letra Sintomas.
“Como yo lo veo, las palabras concuerdan
con lo que pienso, digo y veo. Cuando veo o escucho a alguien hablar o
reír al verme, pienso que lo hacen por mí, es de mí que hablan y se
ríen. Voces escuché, pensé que alguien me perseguía. Tenía miedo de
pensar y que alguien supiera lo que yo veía. Yo creía que era Hitler o
judío. Yo estaba fuera de mí, yo era un yo sin yo[5].
No soy yo quien yo veo en el espejo. Y pienso que lo hacen por mí,
pienso que es de mí que hablan y se ríen” (Dantas y Silva; 1997).
Como arma para cambiar el cuadro al que
fueron sometidos, los usuarios apelan, sobretodo, a sus recuerdos. Una
memoria transformada en creación y lucha por el Movimiento Nacional de
Lucha Antimanicomial. Son en los espacios sociales de disputa que el
MNLA viene, con la importante contribución de estas memorias marcadas
por la tortura, haciendo avanzar la legislación para el portador de
trastorno mental en Brasil y, además, promover un profundo cambio en la
mirada de la sociedad sobre la locura.
Traducción: Fátima França
Referencias bibliográficas:
Barrenechea, Miguel Angel. Nietzsche e a
Genealogia da Memória Social in O que é memória Social? Editora Contra
Capa. Río de Janeiro, 2006.
Bergson, Henri. Matéria e Memória. Martins Fontes. São Paulo, 1999.
Gondar, Jô. Quatro proposições sobre memória social in O que é memória Social? Editora Contra Capa. Rio de Janeiro, 2006.
Halbwachs, Maurice. Memória Coletiva. Vértice Editora, Editora Revista dos Tribunais Ltda. São Paulo, 1990.
Huyssen, Andréas. Passados Presentes: mídia, política, amnésia. In Seduzidos pela Memória. Aeroplano. Rio de Janeiro, 2000.
Nietzsche, Friedrich. A Genealogia da Moral. Centauro Editora. São Paulo, 2002.
Nora, Pierre. Entre a memória e a
história: a problemática dos lugares. In: Projeto História. Revista do
Programa de Estudos Pós-Graduados em História do Departamento de
História, PUC-SP, dez. 1993.
Pollack, Michael. Memória, Esquecimento, Silêncio. In: Estudos Históricos. Ed. Vértice. Rio de Janeiro, 1988.
Tomado de: http://www.topia.com.ar
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