Dr. Luis Arocha Mariño
El mundo es del tamaño de mi lenguaje.
Ludwig Wittgenstein
La historia de la humanidad es un relato
de enfrentamientos, desacuerdos, guerras, desencuentros... Negarlo
sería de ingenuos. Es por ello que afirmamos que la armonía, el
entendimiento, la paz no son hechos naturales ni espontáneos, HEMOS de construirlos con nuestro esfuerzo, tanto a nivel consciente como inconsciente.
Ciertamente, muchos hombres y mujeres
han trabajado con aliento y tenacidad procurando una mayor armonía y
entendimiento, sin embargo son acciones aisladas y que terminan
generalmente retrocediendo ante la avanzada de los “violentos”.
En el presente artículo pretendo
demostrar que el problema ha estado mal enfocado y que requerimos un
cambio profundo en el enfoque del asunto: El problema de los
desencuentros humanos no está en los argumentos esgrimidos o el
contenido de las discusiones, está en una Estructura Particular Relacional
De Los Seres Humanos caracterizada por un cuádruple filtro de la
experiencia vivida e interpretada que hace que cada experiencia sea
única e irrepetible, a lo sumo clasificable en ciertas categorías de
experiencia. Esta categorización de la experiencia humana ha estado
marcada por algunas creencias sólidamente instaladas en nuestras mentes,
las resumo así:
- “Existe una realidad y es la que yo (o mi grupo, mi familia, mi religión, mi raza) percibo”. Hay una versión negativa de esta creencia en algunas personas: “Existe una realidad y es la que Otro percibe, yo la sigo”.
- “Yo (mi conjunto) estoy en lo correcto; alguien está equivocado, por lo tanto debo reducirlo o someterlo”.
De hecho, en la historia de la
humanidad, cuando hemos hablado de paz ha sido por rendición o por
exterminio. Por ello, no son sólidas ni duraderas.
De allí, los frecuentes fracasos en
tratar de modificar desde argumentos de contenido las posturas
enfrentadas que los seres humanos asumimos ante determinadas
circunstancias. Piénsese, por ejemplo, en un caso sencillo, cuando Ud.
va a un servicio que desconoce y lo atiende alguien con experiencia en
lo que anda buscando, podemos incluso ensayar el caso de una consulta
médica. El profesional suele hablarle en una jerga especializada y ante
sus dudas “elementales” para él, responder con rudeza, indiferencia o
fastidio, mientras Ud. piensa que se encuentra ante un patán que no
considera sus necesidades. Si prolongamos este patrón relacional, lo más
probable es que como mínimo surja un desencuentro. Cada uno va
“puntuando” la secuencias de conductas con los criterios que conoce y
maneja, lo cual tiende más a alejar que acercar a los humanos. De tal
suerte que intentar convencer al profesional de que Ud. tiene ciertas
necesidades que no aparecen en los libros de medicina o a Ud. mismo,
paciente lector, de que el pobre ignora CÓMO COMUNICARSE EFECTIVAMENTE
es una tarea titánica y rara vez será resuelta en el propio escenario de
los hechos. Requerimos una serie de habilidades complejas para poder amplificar nuestras habilidades como comunicadores armónicos.
Quiero revisar ahora con Ud. las
características neurolingüísticas que hemos encontrado que explican por
qué esta tendencia hacia el enfrentamiento como rasgo natural del ser
humano.
- Nuestros órganos de los sentidos, contacto con el exterior, son limitados en sí mismos. Miles de experimentos certifican que lo que vemos, oímos, gustamos, olemos y sentimos no se corresponde vis a vis con lo que ocurre, ya que están diseñados para ser codificados en su registro y sólo después de codificados adquieren sentido. Por ello, ver ciertos gestos en el rostro de alguien no es reducido a estímulos de color, distancia, tamaño, etc sino que adquiere sentido una vez que es codificado. Además, perdemos detalles que harían posible cualquier otra interpretación. De tal forma que los sentidos en sí mismos constituyen un filtro, un “lente de color” que matiza cuanto registramos. Este es nuestro primer filtro que nos impide conocer las cosas “cuales son”.
- Al codificar los estímulos los clasificamos según ciertas inclinaciones perceptivas, bien sea hacia lo visual, lo auditivo o lo sensorial-kinestésico que establece una categorización que le proporciona más relevancia o interés a aquellas inclinaciones particulares. De suerte que aquí realizamos un segundo filtrado de lo que acontece. Jerarquizamos la importancia de la información según este filtro.
- Y contamos con un tercer filtro sumamente poderoso y determinante, ya que forma parte de nuestras estructuras semánticas. Nuestras creencias, aquellas afirmaciones que están ligadas a un fuerte sentimiento de veracidad como mecanismo para reconocer y poder responder ante el mundo. Son estructuras mentales, virtuales, generalmente arraigadas en nuestro aprendizaje desde muy temprano y que dirigen y orientan nuestro comportamiento. Las “Verdades” en sí. Aquello que reconocemos como veraz.
Estos tres filtros, los cuales se
combinan y potencian muy bien unos a otros, nos permite entender que
nunca estamos en presencia de hechos como tales, siempre los
modificaremos por el hecho mismo de percibirlos. Y puede que Ud. me
diga, amable lector, que sí hay percepción simple, por ejemplo, quizá
afirme: “Ese árbol está allí” y yo le conteste :”sí, pero SU
árbol no es igual al mío”. Y aquí lo importante: nadie se pelea por si
está o no el árbol, nos peleamos por la codificación que hacemos de él. Para qué queremos el árbol... es el asunto clave.
- Si el otro piensa que yo tengo malas intenciones para con él, actuará con malas intenciones para conmigo. Ouroburus se muerde la cola!
Este es un elemento sumamente importante
para la creación de un mundo armónico pues delata cómo para nosotros lo
importante y trascendente no es el mundo y lo que lo rodea, sino que
vamos a hacer con él. LAS INTENCIONES. Y aquí aparece un cuarto filtro,
comunicacional, que es cómo nos influimos los unos a los otros
y que hacemos con lo que sospechamos que quiere el otro. Siempre que
entramos en desacuerdo, suponemos que hay una intención detrás que es
contraria a la nuestra!
Y si, como venimos sosteniendo le
sumamos la idea de que la razón es nuestra, tenemos el caldo listo para
la diferencia y el posible enfrentamiento. Entonces, ¿si deseamos vivir
armónicamente cómo podemos lograrlo con tales limitaciones?
Es necesario que actuemos directamente sobre la estructura neurolingüística y relacional que sustenta el encuentro humano.
SABER QUE CADA UNO DE
NOSOTROS PERCIBE DESDE SU EXPERIENCIA. Por ello, CONSIDERAR SERIAMENTE
LA EXPERIENCIA DEL OTRO COMO TAN VALIOSA COMO LA MÍA. ABRIRME A
EXAMINARLA, ENTENDERLA E INCLUSO INCORPORARLA COMO POSIBILIDAD. Es lo
que algunos llaman colocarse en los zapatos del otro o Posiciones perceptivas según la PNL.
RECONOCER QUE
PERTENECEMOS A UN TEJIDO VIVO, EXTENSO QUE NOS INCLUYE A TODOS, DONDE
TODOS NOS NECESITAMOS. Imagine por un instante que Ud. perdiera la
confianza absolutamente en los demás...
¿Dónde compraría el pan? ¿A qué médico
acudiría? ¿Dormiría con su pareja?. Es lo que llamamos paranoia y cuando
ocurre vamos al hospital psiquiátrico...
ADMITIR QUE SÓLO
PODEMOS CODIFICAR LAS EXPERIENCIAS Y HACER DE ELLAS PROPUESTAS. Por ello
nos equivocamos permanentemente y eso NOS GARANTIZA UN APRENDIZAJE.
Suelo decirme: “los demás proponen, yo dispongo”, así no peleo con
nadie, sólo pueden hacer propuestas... Igual que yo!
CO-CONSTRUÍMOS REALIDADES EN LOS INTERCAMBIOS QUE LLEVAMOS A CABO. Por ello, si ENTRENAMOS NUESTROS SENTIDOS, flexibilizamos nuestra percepción, respetamos y aceptamos las diferencias de criterios y evolucionamos nuestra conductas hacia creencias de que podemos congeniar, desarrollaremos un mundo armónico.
(En literatura de PNL o Programación
Neurolingüística encuentra diversas formas de cómo construir e instalar
nuevas creencias en Ud.)
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